martes, 25 de abril de 2017

Mayrit y sus aguas

Columna de opinión publicada también en Estrella Digital.
Madrid está unida al agua a lo largo de toda su historia. La hoy ciudad, fundada en la segunda mitad del siglo IX por el emir de Córdoba Mohamed I, única capital europea de origen islámico, nace como una pequeña fortaleza para vigilar las incursiones cristinas a través de la sierra de Guadarrama.
No deja de ser un villorrio hasta que recibe la Corte en 1561.
Pero en su primer siglo y medio de historia bajo poder político islámico -hasta la conquista incruenta de Toledo en 1085- se comienza a construir lo que permite su crecimiento posterior, una red subterránea de abastecimiento de agua.
El propio nombre de Madrid procede del árabe Mayrit, castellanizado en Magerit, pronunciándose la "y" y la "ge" como la jota francesa o inglesa, o como la elle en el castizo "botellín"; y su significado es lugar donde abundan los viajes subterráneos de agua, según interpretación documentada del arabista Jaime Oliver Asín en monumental monografía de 1952.
Nunca ha bebido Madrid del Manzanares, río escaso aunque con buenos puentes y la enorme ventaja de ser navegable a caballo, que dijo uno. El abastecimiento procedía de captaciones a las afueras de la villa que se canalizaban hasta el centro de la población para usos privados o fuentes públicas, alguna de ellas conservada en Cibeles hasta no hace mucho.
El sistema de abastecimiento se va extendiendo, renovando y reforzando continuamente y en especial en el siglo XVII, y funciona aceptablemente hasta el siglo XIX, cuando toca techo y ni el caudal conseguido ni el millar de aguadores que recorrían sus calles eran capaces de dar de beber a los 250.000 vecinos de entonces.
¿Qué ocurre en esas fechas? Pues la construcción del Canal de Isabel II, que me permite enlazar el pasado islámico con el presente político.
Tras varios intentos que no fraguaron para abastecer la ciudad de otros cursos de agua,  en 1851 se coloca la primera piedra del embalse del Pontón de la Oliva en el río Lozoya y comienza la construcción del canal de 70 kilómetros que conducirá el agua hasta Madrid, donde llega oficialmente siete años después y brota en una fuente monumental en la calle San Bernardo.
En la historia posterior del Canal nos podemos detener en la construcción en 1911 del primer depósito elevado en la calle Santa Engracia, en estilo neomudéjar, donde se concentraban las cámaras de la prensa y los vehículos de la Guardia Civil estos días atrás mientras registraban los archivos de la empresa.
Viene a cuento mencionar en este punto que a finales de los 80, cuando se acondicionó el depósito para otros usos -hoy es una excelente sala de exposiciones fotográficas-, sorprendió descubrir la acumulación de varios metros de guano en su interior, o como se llamen los excrementos de palomas y murciélagos a este lado del Atlántico. Un indicio.
El abastecimiento de agua a Madrid va mejorando con los años y el Canal de Isabel II pasa en 1984 a depender de la Comunidad de Madrid y se le encomienda, además de los servicios tradicionales del abastecimiento, la depuración de las aguas residuales y la mejora y conservación de los ríos; en 2008 se crea una sociedad anónima responsable de la gestión del ciclo integral del agua en la Comunidad de Madrid, Canal de Isabel II Gestión, S.A., que inició su andadura en 2012.
En estos últimos años la empresa inició una expansión exterior por Latinoamérica que ahora está siendo investigada, sufrió un intento de privatización que no tuvo éxito de milagro y aparentemente se ha utilizado para engrasar medios con publicidad y para corruptelas varias.
El Grupo Canal de Isabel II presta hoy servicio a 9,7 millones de habitantes (6,6 en España y 3,1 en Latinoamérica), factura más de mil millones de euros, tiene una deuda equivalente a sus ingresos anuales, un patrimonio ingente y miles de kilómetros de conducciones.
La conclusión de todo esto no tiene que ver con el abastecimiento de agua, sino con el saneamiento; el agua de boca se solucionó antes y mejor que las aguas negras.
La Organización Mundial de la Salud analiza regularmente la esperanza de vida en todo el planeta (71 años de media mundial, 82 en España) y destaca la reducción de la mortalidad infantil, el agua potable y por supuesto el desarrollo de los productos farmacéuticos como causas principales de que cada vez vivamos más años.
Pero la OMS incide siempre en un peligro menos conocido que mina la salud: "actualmente 2.400 millones de personas carecen de acceso a servicios básicos de saneamiento, como retretes o letrinas", destaca Naciones Unidas; 946 millones de personas defecan al aire libre –aproximadamente uno de cada ocho habitantes del mundo–.
Estamos hablando entonces que un problema a escala mundial se encuentra también en la Comunidad de Madrid, que es la deficiente o inexistente gestión de los restos fecales. La cantidad y calidad de las aguas que llegan al Tajo desde sus afluentes madrileños era otro indicio.
Las alcantarillas de la política madrileña permanecen taponadas desde hace dos décadas y no ha habido responsable hasta ahora capaz de desatascarlas, parece que ni a intentarlo.
El saneamiento es una prioridad del desarrollo mundial. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible, lanzados en 2015, incluyen el objetivo 6 que tiene la meta de lograr, para 2030, el acceso equitativo a servicios de saneamiento e higiene adecuados para todos y poner fin a la defecación al aire libre, prestando especial atención a las necesidades de las mujeres y las niñas y las personas en situaciones vulnerables.
Naciones Unidas ha establecido el 19 de noviembre como Día Mundial del Retrete. "Los retretes salvan vidas, aumentan la productividad, crean empleo y las economías crecen", afirman.
Una sociedad avanzada se mide mejor por su red de saneamiento que por el agua del grifo.

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martes, 18 de abril de 2017

Objeto parecido a una bomba

Columna de opinión publicada también en Estrella Digital.
El destructor norteamericano USS Ross atracando en Rota. Foto: US Navy.
La policía noruega anunció el domingo 2 de abril de 2017 que había acordonado un barrio de Oslo después de encontrar "un objeto parecido a una bomba". El barrio se aclara que es multiétnico, que debe significar que es una zona de la ciudad donde suceden cosas violentas o es muy probable que sucedan por la variedad de los vecinos, los barrios monoétnicos deben ser pacíficos.
Horas después ya eran los servicios secretos noruegos los que informaban de la detención de un joven de 17 años de nacionalidad rusa, un "aislado ruso" titulaba algún periódico, que parecía aclarar algo del perfil del sujeto, aunque en el cuerpo de la información el aislado se convertía en asilado.
Las últimas informaciones apuntan a que el detenido tenía simpatías por el Estado Islámico.
Tenemos hasta aquí algo parecido a algo peligroso y un detenido que parece tener semejanza con un terrorista que podría tener ideas peligrosas.
Lo interesante viene ahora: "Hemos llevado a cabo una detonación controlada del objeto', declaró un portavoz policial; añadió que es difícil decir si había explosivos, pero explicó que la explosión fue mayor que la del dispositivo utilizado para ello".
Es decir, que la explosión que se provocó para neutralizar el objeto fue más violenta que lo que fuera que tuviera el propio objeto.
Lo anterior no se produce en el vacío, sino en un momento en el que en pocas horas se produjo un atropello voluntario y mortal en Estocolmo (cuatro fallecidos), más otros atentados en Tanta y Alejandría contra egipcios cristianos coptos, con el balance de 44 muertos.
Dejo a las policías y a los servicios secretos hacer su trabajo, que es investigar, no informar a medias, y me quedo con la detonación controlada, que me sirve para dar un salto que nos permite preguntarnos si en ocasiones no se está utilizando la violencia en dosis incluso mayores que la violencia que se quiere contrarrestar.
En la madrugada del 7 de abril el presidente de EEUU, Donald Trump, ordenó el lanzamiento de 59 misiles Tomahawk sobre una base aérea siria en respuesta unilateral, así se justifico, por un supuesto ataque del régimen sirio utilizando armas químicas que ningún organismo independiente ha investigado.
Las primeras interpretaciones sugieren que han sido algo así como 59 tuits explosivos de un presidente aficionado a reaccionar de forma imprevista y otros han opinado que se trata de la primera victoria política del nuevo presidente.
España, donde tienen su domicilio fiscal los buques destructores norteamericanos que bombardearon Siria, concretamente la base naval española de utilización conjunta de Rota, ha sido el último en ser informado y sus responsables políticos se apresuran a bendecir el ataque, "proporcionado", dicen. Cuando se firmó el acuerdo con EEUU para que cuatro destructores tuvieran Rota como base de operaciones los argumentos utilizados fueron que los marines se iban a tomar muchas cañas por la zona y que el armamento formaba parte de la defensa antimisil de la OTAN, pensando en Corea del Norte, suponemos que Irán y sospechamos que Rusia.
¿Operación aislada la de estos 59 Tomahawk? No sabemos lo que está por venir, sí algo del pasado reciente.
El Ministerio de Defensa de EEUU informa en su página web que entre agosto de 2014 y marzo de 2017 aviones norteamericanos y de países aliados para la ocasión han realizado 145.000 salidas en apoyo a operaciones en Siria e Irak, con 19.300 ataques aéreos armados contra objetivos sin especificar.
Concentrando el foco en Siria, se han realizado en estos últimos tres años 7.840 ataques aéreos, la inmensa mayoría por parte de EEUU (7.469) y en mucha menor proporción por Reino Unido (11), Emiratos (10), Turquía (9), Arabia Saudí (8), Holanda (7), Jordania (6), Francia (5), Dinamarca (4), Canadá (3), Bahrein (2) y Australia (1).
Llegada del USS Ross a Rota en junio de 2014
(Foto: La Voz de Cádiz).
Desconocemos los objetivos, las víctimas diferenciando combatientes y civiles, por lo que no podemos aplicar lo aprendido en las calles de Oslo, que a veces el explosivo utilizado no permite siquiera conocer la peligrosidad de lo atacado.
Con métodos indirectos se puede concluir que la efectividad de los 7.840 ataques aéreos sobre Siria de EEUU y países amigos ha sido escasa.
Sorprende la concreción contable norteamericana, todo se mide y nada se explica, que tiene su correspondiente nacional.
El secretario de Estado de Defensa español, Agustín Conde, dice estar preocupado de que alguien le ponga un burka a sus hijas y se entiende que hará lo que esté en su mano a través del presupuesto y el sector industrial de la defensa para evitarlo; su jefa, la secretaria general del PP, dice que sin seguridad la protección social, la educación y la sanidad carecen de sentido, aunque viendo su gestión en Castilla-La Mancha se podría dar la vuelta al argumento, que sin protección social, educación y sanidad la seguridad de los castellano-manchegos estaba en el alero.
¿Qué tenemos? Riesgos ciertos, hiperactividad en la respuesta, cifras sin interpretación, mensajes sin datos, desconocimiento de objetivos, balance ocultado de víctimas y ejecuciones extrajudiciales, sospecha de utilización de medios no adecuados al tipo de amenaza.

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martes, 11 de abril de 2017

Occidente, al Ándalus, al Mágreb

Columna de opinión publicada también en Estrella Digital.
Monumento al Corazón de Jesús junto al Cristo
de la Vega en Toledo, construido en tiempos de la
II República en estilo neomudéjar (Foto: PND).
"La civilización occidental y el islam son incompatibles", dejó dicho el sociólogo italiano Giovanni Sartori, recientemente fallecido. En respeto a su memoria hay que decir que las cosas se dicen en un momento determinado, hará una década de sus palabras, y resisten con mayor o menor fortuna el paso del tiempo.
Ahora que no se puede defender podríamos aclarar la frase, que viene a significar que la civilización occidental cristiana es incompatible con la barbarie oriental islámica, como tendría también sentido afirmar lo contrario, que la barbarie cristiana es incompatible con la civilización islámica.
Por aclarar algo el asunto tendríamos que hablar de occidente y oriente, y de cristianismo e islam, no mezclar las parejas, con lo que tampoco llegamos lejos, engloban a demasiada gente diversa.
Estas grandes categorías funcionan, malamente, si mi persona occidental se identifica con la democracia, Microsoft, la llegada del hombre a la luna y el vehículo eléctrico, mientras que adjudicamos al terrorista la representación completa de la religión que diga representar, aunque ni yo inventé el ipad ni el camionero de Niza tenía en la guantera el carné de embajador plenipotenciario de la fe islámica.
La civilización y la barbarie son incompatibles, resumamos más afinadamente, y el occidente cristiano y el islam lo que han sido históricamente es vecinos, a menudo conflictivos, y hoy se entremezclan como consecuencia del colonialismo, la inmigración y la globalización; la primera de estas trillizas no fue precisamente un ejemplo civilizado.
Hasta que se intentó sin éxito por los Reyes Católicos y Felipe III que la unidad política fuera uniformidad religiosa, expulsando a parte de los judíos y moriscos, la mezcla convivió en esta tierra y de ahí nació el mito de las tres culturas, que podemos discutir su número, aunque el plural es incontestable.
Tenemos hasta aquí una geografía confusa, al menos con fronteras difusas, y culturas entrelazadas.
Siguiendo el razonamiento irracional, en la Edad Media la civilización era islámica y la barbarie era cristiana, lo que no impidió ir desplazando militarmente al contrincante, podríamos decir que se impuso la barbarie, eso sí, tan lentamente -siete siglos- que hace dudar de la simpleza de una explicación exclusivamente religiosa.
Descubro hace demasiado poco tiempo que el término árabe para referirse a la península ibérica en época medieval, Al Ándalus, no procede de los Vándalos como tanto se ha repetido, pueblo godo que por aquí estuvo sin el poderío ni la permanencia como para dejar huella importante.
Explica el arabista Joaquín Vallvé como origen más fundamentado que el término es una derivación del Atlántico y la Atlántida, que los antiguos situaban en este extremo occidente donde acababa el mundo, y lo documenta en fuentes escritas ya desde comienzos del islam cuando bebieron del conocimiento mitológico-geográfico bizantino y griego.
El propio nombre árabe de Marruecos es al Mágreb, que significa Occidente.
Histórica y geográficamente tan occidental es Marruecos como España como Francia, pero en estos tiempos occidente es un concepto político-sentimental más que geográfico.
Ese occidente que algunos sienten que define acertadamente su identidad incluye hoy casi toda Europa, aunque también los anglos americanos, Australia, Nueva Zelanda y Corea del Sur más algún país sudamericano de experiencia económica neoliberal.
Escuché decir hace unos años al embajador de Marruecos en España que los derechos humanos son una conquista histórica y colectiva, que avanza con mayor o menor rapidez según el momento y según el lugar.
Después de Madrid el embajador ocupó una alta responsabilidad en un proyecto de descentralización política en su país, probable solución más o menos sincera de Mohamed VI al problema del Sáhara, sin resultados conocidos.
Al centralismo nunca le ha interesado ceder el poder del que se beneficia, salvo que sea salida única a riesgo de perderlo todo, como ocurrió en España a la muerte del general superlativo.
Las certezas geográficas simplifican la realidad, aún más cuando identificamos los puntos cardinales con valores morales; luego está la libertad que da fijarse en las personas, que las hay de todo tipo y tienen un componente incierto.
Aquí está la alternativa: perdidos en falsas certezas geográficas o libres e inciertos fuera de la clasificación en cajones con extraños compañeros de viaje.
“El miedo a los bárbaros es lo que amenaza con convertirnos en bárbaros”, dejó escrito el intelectual franco-búlgaro Tzvetan Todorov; éste nos dejó en febrero. "Ninguna cultura es en sí misma bárbara, y ningún pueblo es definitivamente civilizado".
El bárbaro es el otro, el extranjero, el diferente, la persona sin recursos económicos.
Defendió Todorov que "un paso decisivo hacia una mayor civilización se da el día en que se admite que, aunque humanos como nosotros, los otros no tienen nuestra misma cultura. Poseer una cultura no significa ser prisionero de ella, y desde todas las culturas puede aspirarse a valores de civilización".
A lo que debemos temer es al miedo; y a las barbaridades, vengan de donde vengan.

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martes, 4 de abril de 2017

Operaciones militares al margen del Parlamento

Columna de opinión publicada también en Estrella Digital.
Carro de combate Leopardo como los que se van a enviar a Letonia, 
en la imagen de maniobras en el campo de San Gregorio (Foto: PND).
Los asuntos de la Defensa corren el riesgo de alejarse del Parlamento, especialmente los relacionados con el despliegue de militares españoles en operaciones en el exterior, las conocidas popularmente como operaciones de paz, que ni hoy ni nunca trabajan en un escenario pacífico, de ahí el envío de fuerzas armadas.
Una de los efectos secundarios positivos de la invasión de Irak de 2003, quizá el único, fue la conciencia generalizada de que la participación española en operaciones militares fuera de la península debiera contar con legalidad, legitimidad y un alto grado de consenso político, y que este tipo de decisiones por su trascendencia pasaran por el Parlamento para que los diputados, y la opinión pública, tuviera conocimiento de objetivos, medios, tiempos, coste económico y soporte legal de cada despliegue.
Lo anterior tuvo su concreción en el artículo 17 de la Ley Orgánica de la Defensa Nacional de 2005: "Para ordenar operaciones en el exterior que no estén directamente relacionadas con
la defensa de España o del interés nacional, el Gobierno realizará una consulta previa y
recabará la autorización del Congreso de los Diputados".
Por tanto, desde la entrada en vigor de la ley, cada nueva operación tendría que pasar por el Parlamento, y no está siendo así. 
En estos momentos España tiene en el exterior 2.684 militares participando en 17 operaciones. Destacan los responsables del Ministerio de Defensa que nunca antes nuestro país ha trabajado militarmente en tantos escenarios. Una interpretación parcial es que las misiones en el exterior han reducido su tamaño y se centran hoy mayoritariamente en adiestramiento de fuerzas locales y operaciones especiales, con contingentes reducidos; y se han multiplicado pequeñas misiones en el África subsahariana.
Las principales operaciones en el exterior en las que participa España son Líbano (cascos azules de Naciones Unidas, 620 militares), Irak (coalición para el caso, 507), Turquía (OTAN, 149 militares), aguas de Somalia (operación de la UE, 148 militares) y Malí (UE, 138).
Las últimas decisiones han estado relacionadas con el incremento del contingente en Irak, que fue autorizado por el Congreso en diciembre, 125 militares y 25 guardias civiles más; y con el envío de 14 observadores militares a Colombia para supervisar el proceso de paz en ese país, que no ha tenido procedimiento parlamentario (Margallo prometió hasta 400 observadores). La Guardia Civil opera desde hace años en Mauritania sin que ni Defensa ni Interior rindas cuentas en el Parlamento.
La previsión a corto plazo es un incremento no menor de militares en dos operaciones en el Báltico, en el marco del despliegue de la OTAN en las cercanías de la frontera rusa con contingentes multinacionales, con la filosofía de que en el caso improbable de un incidente afectaría a diversos países, alguno de ellos de peso, no a una pequeña república del vecindario, con lo que la internacionalización de las consecuencias estaría asegurada.
Por una parte, en mayo está previsto el despliegue de cuatro cazas españoles F-18 para vigilar el espacio aéreo de Estonia, con una duración de seis meses y un centenar de militares desplazados.
El segundo despliegue es único y peculiar: España va a desplazar por primera vez en su historia carros de combate fuera del territorio nacional y se llevan nada menos que a Letonia, seis carros Leopardo más 14 blindados de cadenas Pizarro, con 300 militares para operarlos.
Éste último es un ejemplo de operación militar de envergadura de la que ni el Congreso ni la ciudadanía van a tener noticia. La interpretación en el Ministerio es que se trata de la participación habitual de nuestro país en las actividades de la OTAN que no requieren paso por el Parlamento, lo único es que se produce en Letonia y con carros en lugar de las llanuras de Albacete o el páramo aragonés.
Otro caso similar que escapa al Congreso es buena parte de la actividad internacional de la Armada, sin entrar en los despliegues comerciales en favor de Navantia que se realizan por ejemplo en Australia, como la presencia gran parte de este 2017 en las antípodas de una de las fragatas más modernas de las Fuerzas Armadas. Al parecer el presupuesto australiano paga el gasóleo.
La Armada tiene en estos momentos 12 buques y 2.000 militares en operaciones en el exterior, el mayor despliegue naval militar de la historia reciente, que suma su presencia en el Índico, en el Mediterráneo; pero también -sin Parlamento- en las aguas fronterizas con Rusia tanto en el Báltico como en el Mar Negro (el de Crimea y Ucrania); o en el Golfo de Guinea.
En resumen, las Fuerzas Armadas participan crecientemente en operaciones en el exterior, a menudo en el marco de la OTAN, sin la recomendable autorización del Parlamento y las explicaciones a la ciudadanía. Se cumple la letra de la ley, no su espíritu.
Y se produce cuando sería más necesario que nunca el debate público sobre amenazas, medios y presupuesto destinado a la Defensa militar de España, a tenor de los compromisos más o menos teóricos que la secretaria general del PP, en funciones de ministra de Defensa, va lanzando en el Pentágono o la sede de la Alianza Atlántica y el muy probable incremento del presupuesto, crecimiento cosmético -parte de lo que pagaba Hacienda se incluirá en el presupuesto de Defensa-, pero relevante.
El riesgo del que viene alertando últimamente el expresidente Felipe González, que la gobernanza de los asuntos públicos está quedando en manos de tecnócratas por un lado y desconocedores de los asuntos por otro -"la pinza en la que vivimos entre la arrogancia tecnocrática que menosprecia a la gente y la ignorancia" de algunos responsables políticos- afecta también y directamente a la Defensa.

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