miércoles, 25 de noviembre de 2015

Todos conversos

Columna de opinión publicada en Estrella Digital.
Ramón Masats, "Tomelloso, 1960", Museo Reina Sofía.
Se tiene noticia de niños prodigio que compusieron sinfonías antes de saber atarse el cordón de los zapatos, pero no es habitual, lo normal es que la vocación le llegue a uno trabajando.
La vocación terrorista no surge en la infancia, por la religión de los padres o la nacionalidad del pasaporte, es un proceso de radicalización personal, dicen que cada vez más rápido, a partir generalmente de gentes con escasa formación y práctica religiosa. A quienes habría que añadir los occidentales de familia no musulmana que se han unido a la causa yihadista, que no son pocos.
Ninguna religión incluye entre sus mandamientos en el siglo XXI pasar a cuchillo a los infieles, algo consentido en el pasado. Con entorno familiar musulmán, cristiano o ateo, todos los terroristas son conversos. 
De aquí la extrañeza de quienes se sorprenden al conocer que Fulano el extremista bebía alcohol hasta antesdeayer o a Mengana le gustaba la juerga. Todos conversos. Curioso que exijamos coherencia personal a quien es capaz de reventarse en un estadio de fútbol.
Parece más aconsejable acudir a la sociología que a la teología para encontrar razones de la radicalización yihadista.
Con este terrorismo se bucea muy frecuentemente por el Corán en un viaje de 14 siglos con tan poco éxito como si uno lee El capital, lecturas recomendables las dos, pero no para entender la última versión de extremismo violento.
ETA, Brigadas Rojas, Baader Meinhof tenían en apariencia un ropaje ideológico de izquierdas, y pocas pistas ofrece El manifiesto comunista para explicar las motivaciones de sus miembros.
Durante las cinco largas décadas de actuación del terrorismo de ETA, hasta su fin el 20 de octubre de 2011, en el País Vasco no existía vandalismo callejero; cualquier acto de violencia, desde un asesinato a romperle los cristales a un autobús, tenía una gloriosa causa. Prenderle fuego a una papelera era un paso hacia la independencia.
Existe un acercamiento sociológico al fenómeno terrorista, los barrios de Bruselas o París donde han crecido algunos de los últimos autores de atentados; la desestructuración familiar; la pequeña delincuencia que les rodea, la falta de integración social...
Descartada la teología, la sociología tiene también un alcance limitado.
Llegamos entonces a la psicología, el perfil individual de quien decide enfrentarse al planeta sembrando terror entre víctimas civiles.
En este punto es interesante recordar que el mundo árabe-islámico, especialmente en Oriente Próximo, vive un auge religioso en las últimas tres décadas, que coincide con el fracaso de las experiencias laicas de la etapa inmediatamente anterior, combatidas con saña -todo sea dicho- por Europa y EEUU (Náser en Egipto, Mosaddeq en Irán, Arafat en Palestina, partido Baaz en Siria e Irak), coincide también con una dirección política en muchos países a la que se acabó la legitimidad conseguida en la lucha por la independencia.
A comienzos de los 90 encontramos también otro proceso político que es el derrumbe de la URSS y la elección consciente del Islam como enemigo de sustitución.
El caso es que por dinámicas internas y externas, una versión ultra del Islam se ha convertido hoy en la ideología antisistema más poderosa, la de aquellos que se quieren enfrentar al mundo con dinamita; el yihadismo tiene el atractivo del petardo y un más allá en el mismo paquete.
La novedad es brutal, además de por el uso de redes sociales, la religión antisistema, cuando ha estado durante siglos asociada al poder.
Un grupo minoritario de la población siente una fuerte atracción hacia la violencia, como lo prueban los ultras del fútbol y que todos los conflictos, Yugoslavia, Kurdistán, Oriente Próximo, las Cruzadas, atraen a una extraña mezcla de mercenarios más o menos ideologizados, una especie de peregrinos armados, turistas del subfusil.
Del anarquismo de hace un siglo, el fascismo de hace 70 años, la revolución izquierdista de hace medio siglo, hemos pasado a la violencia religiosa del presente, y en todas las fases encontramos poco sustento ideológico y mucha percha para desesperados.
Declaraciones grandilocuentes de que quieren acabar con nuestra democracia, con la libertad, reflejan poca confianza en el sistema y se les hace además un favor engordando su vestuario ideológico. El fin del terrorismo es aterrorizar a civiles, como instrumento para otra cosa.
Ni la sociología ni la psicología nos explican la causa de porqué un paisano se radicaliza y no su hermano, compartiendo el mismo París, origen familiar, barriada marginal, escuela pública francesa, frustración, escasa religiosidad, exclusión social.
La explicación más habitual es que hay ideologías que enferman la lucidez de las personas. La tesis de esta columna es que hay personas enfermas de violencia a la búsqueda de ideología que justifique un comportamiento extremo, y el yihadismo hoy tiene ese atractivo revolucionario para individuos a la búsqueda del sentido perdido.

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sábado, 21 de noviembre de 2015

Atentados París: autores y reacciones

Columna de opinión publicada 48 horas después de los atentados en Estrella Digital.
Un acto criminal requiere de una investigación policial y judicial, cuya complejidad suele estar en proporción con la gravedad de la catástrofe, para aclarar los hechos y fijar responsabilidades. Pero no podemos esperar, por la aceleración de los tiempos, la presión de los medios de comunicación; por la angustia ciudadana que reclama a los políticos algo, no sabe muy bien qué, un gesto solemne, una sobreactuación ("estamos en guerra"); por la tentación humana de aprovechar políticamente la coyuntura o evitar hundirse en su gestión.
La incertidumbre sobre el siniestro de un avión ruso en la península egipcia del Sinaí el 31 octubre ha durado exactamente cuatro días, ha bastado una reivindicación de un grupo local en favor del Estado Islámico y las dudas hechas públicas por el Gobierno del Reino Unido. En todos los accidentes aéreos hay intereses industriales por desviar la atención. En este caso, y en París, la incertidumbre ha durado menos que la identificación de las víctimas.
Lo que se sabe, mejor dicho, lo que trasciende de los atentados de París del 13 de noviembre es que participaron una decena de terroristas, principalmente franceses de nacimiento, y alguno no ha muerto ni está detenido.
Dicen los expertos que dedican su jornada laboral a analizar estas cosas que en los últimos años se estaba produciendo una transformación en el terrorismo internacional yihadista: las grandes organizaciones jerarquizadas, capaces de movilizar gran número de personas y recursos, como Al Qaeda (actuaciones estilo 11-S en EEUU y 11-M en Madrid) han perdido gran parte de su capacidad de actuación.
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, fotografiado con los
miembros del contingente español destacado en Adana, Turquía,
 (Moncloa, 15-11-2015).
A lo anterior iba tomando el relevo un tipo de terrorismo más individual, menos organizado y menos capaz de causar daño, a lo que se refiere la expresión de lobo solitario.
Los atentados de París de enero y noviembre son un híbrido, no parecen tener detrás lobos solitarios, han participado bastantes personas y, aunque los atentados no requieren gran pericia técnica, sí aparece algún tipo de armamento y formación adquirida en conflictos armados.
Hasta este momento, Estado Islámico (también denominado Dáesh) centraba su actuación en Siria e Irak. Si el comunicado difundido por la organización terrorista es fiable supone que traslada el conflicto de Oriente Próximo al corazón de Europa, lo que está por demostrar, la autoría, la voluntad y la capacidad de hacerlo.
Con todo, los actores siguen siendo franceses y europeos, ocurra lo que ocurra en Siria el problema de radicalización de ciudadanos europeos continúa y en ese caso no es factible contraponer imágenes de portaaviones.
La reacción del Gobierno español ha tenido un aspecto positivo: la convocatoria del Consejo de Seguridad Nacional, máximo órgano del Estado en la materia, creado en 2013 y hasta ahora sólo convocado de forma protocolaria. El Estado ha montado una estructura que no utiliza. Se ha reunido por primera vez el sábado 14 como reacción a una crisis, pero ha durado poco; el domingo la vicepresidenta se ha reunido con algunos responsables en un formato desconocido, ni Consejo ni comité de situación que también contempla la nueva Ley de Seguridad Nacional.
Camino del G-20, Rajoy se hace una foto con el centenar de militares españoles desplegados en Turquía con una batería de misiles Patriot, que en contra de lo que se sugiere nada tienen que ver con el terrorismo, sino con el hipotético vuelo de misiles iraníes por la zona, posibilidad remota tras el acuerdo nuclear.
Francia en guerra, Miki & Duarte | Grupo Joly, 20-111-2015.
Algunos sucesos especialmente dramáticos suponen aceleradores históricos, no crean de la nada pero aumentan la velocidad de desarrollo de situaciones larvadas o en germen.
Probablemente los atentados de París incrementen la participación militar de Francia y aliados en Oriente Próximo, con muy pocas posibilidades de que se prevean las consecuencias de la intervención a medio plazo.
Otra incógnita es la utilización por parte del Gobierno del Partido Popular de los acontecimientos. El calendario ha colocado la unidad de España y la seguridad encima de la mesa.
¿Nos fiamos de Rajoy para resolverlo? ¿Los partidos emergentes tienen solidez para situaciones de esta gravedad? ¿Se puede hablar de otra cosa durante el próximo mes que de Cataluña y París? ¿Hay discurso alternativo a la guerra contra el terror?


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jueves, 12 de noviembre de 2015

Sunníes, chiíes y hematíes

Artículo de opinión publicado también en Estrella Digital.
sunni shia sushiEn el Irak de finales de los 80, donde pasé un semestre como joven profesor de español, abundaba el roce y eran frecuentes los matrimonios mixtos entre sus muy numerosas comunidades, en mucha mayor medida por ejemplo que en la Bélgica de 2015 entre flamencos y valones. Parece que a orillas del Tigris la situación ha cambiado a peor; bajo el rey de los belgas la cosa está estabilizada.

Gran parte del análisis político sobre lo que acontece en el norte de África y Oriente Próximo (Mágreb y Máshreq respectivamente, en árabe) parece anclado en la Edad Media, cuando sus protagonistas utilizan el móvil y las redes sociales casi tanto como nosotros y se transportan más en pick-up Toyota que en burro.

Se lee y escucha defender que una de las causas principales de tanto conflicto en el mundo árabe e islámico es el enfrentamiento entre sunníes (la rama mayoritaria de los 1.500 millones de musulmanes en el mundo) y chiíes (alrededor del 15% de esa confesión religiosa).

A diferencia de la Roma de las Cruzadas (o Aviñón) e incluso el Vaticano actual, no existe en el Islam una jerarquía político-religiosa que represente al colectivo.

No se puede hablar de sunníes globalmente porque no responden a una autoridad única y reconocida, y tan sunníes son los saudíes como los bangladeshíes que forman su fuerza laboral sin ciudadanía, tan shiíes los iraníes como importantes minorías en todo el Golfo árabe.

En la cruenta guerra que provocó Saddam Huseín contra Irán (1980/88), nadie gastó un minuto en comentar que muchos de los combatientes iraquíes eran chiíes.

Mundo religionesEl argumento es una mala interpretación, probablemente interesada, del pulso geopolítico regional entre el Irán mayoritariamente chií y la Arabia Saudí mayoritariamente sunní, olvidando que ambos países tienen población propia de la confesión religiosa de su adversario político. La rivalidad entre ambos países se ha disparado desde la invasión de Irak en 2003, gran fallo de previsión sobre sus consecuencias.

La imagen que se traslada o se pretende es la de un enfrentamiento interno y principalmente confesional, lo que automáticamente contrapone Occidente laico y Oriente religioso, siglo XXI contra siglo XV, la razón contra la fe, el avance contra el estancamiento medieval.

Lo que se nos dice más o menos indirectamente también es que en Irak, Siria, Líbano, Libia, los estados no funcionan porque lo que prima es el comunitarismo. Frente a un Occidente con estados, Oriente funciona con sectas, tribus y comunidades.

Por añadidura, algunos se plantean echar gasolina a la inestabilidad abriendo la puerta a un replanteamiento de fronteras, artificiales nos dicen en esta parte del mundo, al parecer más artificiales que en lugares más cercanos como Olivenza o Trieste.

La gran pregunta es porqué ha resurgido el comunitarismo en el mundo árabe en las últimas dos décadas, y la respuesta más afinada apunta a que ha desaparecido el Estado, en muchos lugares por intervención externa (Irak) o responsabilidad compartida local y foránea (Siria y Libia).

Cuando desaparece la estructura estatal, los ciudadanos buscan una alternativa comunitaria para agruparse y defender intereses o la vida, ya sea la parroquia, el club de fútbol o, si ocurriera en España, también surgirían comunidades unidas por el AMPA o el fuerte pegamento corporativo, como los abogados del Estado que tendrían sin duda su propia milicia.

El aumento del comunitarismo es cierto, la causa generalizada no. Por una parte, refleja el éxito obtenido por los enemigos del Estado, locales y extranjeros.

En segundo lugar, detrás de cada comunidad operativa en el Mágreb y Oriente Próximo se encuentra siempre un apoyo exterior, que a menudo juega sus cartas por agente interpuesto.

Rajoy Merkel SantiagoY se enfrentan, los que lo hacen, por motivos políticos, cualquier terrorismo y también el de apariencia ultra religiosa defiende objetivos políticos.

Por variar y ver el resultado, Europa y aliados anglos podrían probar a apoyar el reforzamientos de los estados en esta zona geográfica, evitar su deslegitimización apoyando golpes de Estado (Egipto) y prever las consecuencias una década después de aprobar una intervención.

Hay que reconocer no obstante que sunníes y chiíes sí que comparten algo digno de destacar: los dos colectivos tienen glóbulos rojos, como el lector que haya llegado hasta aquí.

Y comparten también la forma que tiene el español de formar ciertos gentilicios, tomada del árabe, los adjetivos que utilizamos para indicar origen: decimos sunní y chií como marroquí, yemení o ceutí; y, en cambio, sueco; o belga.

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